No es fácil llegar a esta remota área del Noroeste de Arizona sin un 4X4 y un buen mapa. Cuando se sale de la carretera asfaltada, no hay ninguna indicación, ni nada que haga sospechar que nos podemos encontrar con el País de las Maravillas escondido en un recóndito cañón. Estratos de arenisca roja intercalados entre otros de color más claro, adoptando fantásticas formas, crean un escenario de belleza irreal.
Visité este rincón en varias ocasiones a lo largo de un tórrido mes de Agosto, hasta que encontré las condiciones que buscaba en una mañana en la que el cielo cubierto de nubes reflejaba los colores de un pálido amanecer. Visualicé una composición muy sencilla, que reflejase de manera muy gráfica un momento de la historia geológica de estas fabulosas esculturas de piedra.
En el primer plano un gigantesco bloque de arenisca, que no pudo soportar la insidiosa fuerza erosiva del agua, que silenciosa, obstinada pero implacable, fue disolviendo su base, hasta que un día, sin testigos que avergonzasen a este gigante de piedra, se dejó caer, cansado de tanto resistir, minado desde su misma base.
En un segundo plano, los centinelas de piedra, esperan impotentes su turno, contemplando a su hermano caído, apoyándose los unos en los otros en un delicado equilibrio, como si eso pudiese retrasar el inevitable desenlace… pero solo es cuestión de tiempo que el estruendo de su caída resuene solemne en el solitario valle.
Esta imagen ha sido premiada con un Highly Honored Winner en la categoría de Arte en la Naturaleza, en los Windland Smith Rice International Awards del 2015
Eres un crack con la camara. Un abrazo.
Luison