Si hago un poco de autocrítica con mi trabajo, debo reconocer que mi porcentaje de éxitos es realmente bajo.
Un gran fotógrafo me dijo una vez que lo que yo buscaba era demasiado difícil de conseguir, una confluencia de elementos que solo se dan en muy raras ocasiones.
Ese acertado comentario me hizo reflexionar sobre la cantidad de ocasiones fotográficas que había perdido a lo largo de los años que llevo dedicándome a la fotografía.
Si solo sacas la cámara de la mochila en esos momentos en los que crees que la luz es brutal, espectacular y el resto del tiempo duerme el sueño de los justos, puede que se te escape algún momento memorable.
Un cierto desasosiego me invadió. ¡Cuánto tiempo desperdiciado!
O quizás no …
Siempre es una buena idea dejar reposar un tiempo nuestros pensamientos. Con frecuencia nos dejamos llevar por las primeras impresiones.
A lo largo de mi vida he realizado miles de fotografías, creo que demasiadas. Pero la mayor parte de ellas no son más que un relleno, la consecuencia de innumerables ensayos e inevitables fracasos. El resultado de la prueba y el error.
Si echo la vista a atrás, me doy cuenta de que siempre termino recreándome en un puñado de imágenes. Siempre son las mismas. Esas que tienen algo especial. Escenas irrepetibles en las que una luz mágica ha dibujado sus sombras sobre un paisaje extraordinario. Escenarios fantásticos que me devuelven la inspiración.
Finalmente mi conclusión es que lo importante en estos tiempos de ensordecedor ruido en las redes y en los medios es concentrar nuestra atención en aquello que de verdad importa. Y cuando hablamos de la fotografía, lo primordial es la luz,… y las tinieblas que se proyectan en su ausencia.
Esa es la esencia que persigo. Me da igual que sea inalcanzable, tan efímera y escurridiza, que salir a su encuentro parezca una empresa inútil. Es mi aventura, es mi mundo,… es lo que hace que siga tan motivado como el primer día, viajando con mi cámara para descubrir nuevos paisajes iluminados por un maravilloso y efímero atardecer. El preludio del reinado de las estrellas.
Al fin y al cabo, esos son los momentos que de verdad merecen la pena,… y a veces, si la suerte nos acompaña, se nos regala el privilegio de congelarlos en el tiempo, de inmortalizarlos en una imagen. Son muy pocos, pero son auténticos, genuinos y ligados a una experiencia real en la naturaleza, no el fruto de una manipulación digital.
Lo has clavao
Muchas gracias Jose!!!