El perfil de las montañas de Latemar es uno de los más bellos de los Dolomitas. Aquella noche se anunciaba una fuerte tormenta eléctrica, así que busqué un lugar cercano para dormir y que me permitiera reaccionar con rapidez.
Las previsiones se cumplieron y a la una de la madrugada salí de mi tienda de campaña bajo un fuerte aguacero, observando como los truenos retumbaban cada vez más cerca. Con mi cámara montada sobre el trípode y protegido por un paraguas, me dispuse a esperar en la completa oscuridad a que la tormenta pasara sobre las montañas. Tuve que enfocar y encuadrar a oscuras, limpiando constantemente las gotas de lluvia que mojaban mi objetivo.
Después de muchos intentos, se produjo el milagro. El relámpago más espectacular que haya visto en mi vida se había quedado plasmado en el mismo centro de la imagen. El rayo se desarrolló en forma de gigantesco árbol, saliendo de todas las nubes que cubrían la bóveda celeste aquella noche, justo al contrario de cómo se suelen desarrollar.
Más tarde el viento arreció y la tormenta eléctrica se fue alejando. Recogí satisfecho mi equipo y volví a la tienda de campaña, donde mi familia dormía, ajena al espectáculo que acababa de ocurrir.