Nevaba mientras caminábamos sobre la lengua de un glaciar en el sur de Islandia. Como las condiciones meteorológicas limitaban bastante nuestras opciones, dedicamos aquella tarde de invierno a explorar las cuevas formadas por el deshielo. En una de ellas en particular me llamó la atención la forma y el color oscuro que le proporcionaban un aspecto metálico a la bóveda. La orientación hacia poniente era perfecta en esa época del año, así que esperamos impacientes a que se abriera un claro entre la espesa capa de nubes. Y justo cuando el sol ya tocaba el horizonte, durante un breve instante las últimas luces del día se colaron dando textura a las paredes de la caverna, compactadas hace miles de años y teñidas de negro por antiguas erupciones volcánicas.
Resultó complicado buscar una composición en el pequeño espacio disponible. Casi no me podía mover, por lo que tuve que ajustar mucho el encuadre porque quería evitar recortes en el procesado. Pero mucho más difícil fue conseguir equilibrar la fuerte diferencia entre la luz directa del sol y la oscuridad de la cueva, para que entrara dentro del rango dinámico del sensor de mi cámara. Para ello utilicé un filtro degradado neutro de tres pasos y borde suave colocado al revés.
Me gusta llevar al límite la tecnología y mis propios conocimientos fotográficos, poniéndolos a prueba en situaciones de luz extrema como en este caso. En la era pre-digital habría sido casi imposible realizar esta toma. Sin embargo los nuevos equipos y el software de edición posibilitan conseguir tomas que tienen menos limitaciones y son más coherentes con la visión del ojo humano.
Me alegro de que un jurado independiente, en este caso el del MontPhoto, haya valorado positivamente una toma tan arriesgada como esta. Creo que la red y los concursos están plagados de fotografías realizadas sobre las huellas de los trípodes de unos pocos fotógrafos que se atreven a arriesgar e ir a la vanguardia. Solo hay que mirar cuantas fotografías se realizan de los mismos lugares, las mismas montañas o los mismos lagos,… y cuantas se realizan desde puntos de vista originales o son visiones novedosas de escenas clásicas. Cuantas tomas están realizadas al ritmo del clic del obturador y que pocas son fruto de una meditada planificación, de miradas que maduran después de una profunda y serena contemplación…
Estupendo relato y buenas reflexiones.